Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
En China, ni siquiera los muertos se libran de la persecución religiosa; la mayor parte de las ceremonias religiosas son prohibidas y las tumbas de los creyentes son despojadas de sus símbolos.
Según un grupo de expertos australianos creado para investigar las violaciones de los derechos humanos en Sinkiang, Pekín está incrementando el traslado de uigures para que los mismos realicen trabajos forzados fuera de su región.
El taoísmo, una de las tres enseñanzas de la espiritualidad y la religión china está siendo sometido a una creciente represión, los templos son reconvertidos y los creyentes adoctrinados.
Durante el brote de coronavirus, China intensificó los esfuerzos de adoctrinamiento, exigiéndoles a los residentes jurarle amor eterno tanto al Partido gobernante como a sus líderes.
El PCCh considera cualquier vínculo que los creyentes chinos tengan con el extranjero como una «infiltración extranjera» que amenaza su régimen. Todo vínculo de este tipo es investigado y cortado.
En el mismo momento en el que se redujeron las restricciones para la prevención del coronavirus, las iglesias estatales emplazadas en la provincia de Jiangxi sintieron el resurgimiento de los ataques. Muchas de ellas fueron cerradas de forma permanente.
Incluso durante el brote de coronavirus, el PCCh continuó reprimiendo los lugares de culto, convirtiéndolos en lugares de entretenimiento y destruyendo los íconos budistas.
El Gobierno chino está utilizando WeChat, una popular aplicación de mensajería y redes sociales multipropósito, para efectuar vigilancia masiva, incluyendo el monitoreo de personas de fe.
Para garantizar el «adecuado» adoctrinamiento de los estudiantes, el régimen de China investiga y sanciona a los maestros religiosos, y se asegura de que en clase no se diga ni una sola palabra relacionada con la fe.
En 1995, el PCCh secuestró a la segunda autoridad más importante en la escuela Gelug del budismo tibetano para sustituirlo con una marioneta. Los miembros el Parlamento europeo ahora claman su liberación.
El PCCh continúa eliminando la cultura musulmana y la fe islámica mediante la prohibición de observar las prácticas tradicionales durante el sagrado mes del Ramadán.
Las autoridades de toda China adoptan nuevas medidas en las que se les exige a los clérigos de las iglesias estatales que promuevan la doctrina del Partido y adoctrinen a los creyentes.
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