Detrás de la imagen de «una feliz familia de naciones», pintada para los juegos deportivos de las minorías étnicas en Henán, se esconde la dura realidad de la persecución religiosa.
por Wang Yichi
El 8 de septiembre, se lanzaron en Zhengzhou, capital de la provincia central de Henán, los XI Juegos Nacionales Tradicionales de las Minorías Étnicas. Durante ocho días, más de 7000 atletas procedentes de 34 equipos, representando a municipios, provincias, regiones autónomas y el ejército de China, competirán por medallas en 17 deportes étnicos, tales como carreras de zancos o de botes de dragón. Los primeros juegos de este tipo se celebraron en el año 1953. Tras una pausa de 29 años, los segundos juegos fueron organizados en Mongolia Interior en 1982, y desde 1991, el evento se celebra cada cuatro años.
El Partido Comunista Chino (PCCh) está utilizando los juegos de este año para crear la imagen armoniosa de «una familia» y de unidad entre los grupos étnicos de China. Mucho antes de la ceremonia de apertura, las calles de Zhengzhou estaban colmadas de carteles propagandísticos con leyendas tales como: «Todos los grupos étnicos de China forman parte de una misma familia» y «Gran unidad de las naciones de China».
No obstante, para la población local de etnia hui, estos carteles propagandísticos son como una bofetada. Al ser una minoría musulmana, muchos de ellos han experimentado personalmente la severa opresión del Estado, ya que las autoridades violan continuamente sus derechos y libertades. Incluso antes de estos juegos, numerosos símbolos étnicos y religiosos habían sido desmantelados por la fuerza de mezquitas emplazadas en Zhengzhou.
A principios de julio, un trabajador contratado por el Gobierno utilizó un mazo para desmantelar la cúpula de una mezquita emplazada en la aldea de Duizhou, bajo la jurisdicción de Zhengzhou. La cúpula era tan grande que tardó varios días en derribarla. Primero, se cinceló la capa exterior de cemento y luego se retiraron las barras de acero que formaban la estructura de la cúpula.
Durante el proceso de demolición, una valla de construcción de color azul ocultaba la entrada de la mezquita, imposibilitando ver lo que estaba sucediendo en su interior. La gente solo podía escuchar el penetrante sonido de los taladros eléctricos. Nadie se atrevió a protestar, los transeúntes se detenían por un breve momento, pero tan pronto como entendían lo que estaba sucediendo se retiraban, seguramente para no meterse en problemas.
La cúpula de una mezquita emplazada en la aldea de Duizhou está siendo desmantelada:
“La cúpula de la mezquita imita el estilo de los países árabes, pero, en la actualidad, el Estado impone la política de que los 56 grupos étnicos de China deben poseer características chinas», le dijo a Bitter Winter un musulmán local. “Las cúpulas de estilo islámico y otros símbolos deben ser removidos. Esta es una política cruel, desobedecerla no es una opción. Si el Gobierno ordena destruir algo en preparación para los Juegos de las Minorías Étnicas, no tienes más remedio que hacerlo”.
La mezquita emplazada en la aldea de Duizhou no fue la única víctima de la purga de símbolos islámicos previa a la celebración de los Juegos de las Minorías Étnicas. Del 22 de junio al 1 de julio, solo en el poblado de Jiayu, administrado por Zhengzhou, se eliminaron las cúpulas y los símbolos de luna creciente de al menos cuatro mezquitas. La Mezquita de Magou se encontraba entre ellas: su símbolo de luna creciente y su cúpula verde fueron desmantelados y destrozados.
En otras mezquitas, se cubrieron las cúpulas y los símbolos de luna creciente, haciéndolos lucir como pequeñas casas construidas en sus techos.
Los otrora solemnes y llamativos símbolos islámicos están desapareciendo de las mezquitas emplazadas a lo largo de China. “El Gobierno eliminó todos los símbolos de luna creciente de los principales edificios. El PCCh quiere que solo creamos en él. Esto es una violación de nuestra fe”, afirmó un residente de etnia hui, expresando su descontento con respecto al accionar gubernamental. Pero el mismo no se atreve a expresar su opinión públicamente, ya que, si lo hiciera, provocaría represalias por parte de las autoridades. «Esta es una orden de Xi Jinping. No nos atrevemos a oponernos», explicó.
La represión del pueblo hui se extiende mucho más allá de la eliminación de símbolos islámicos de las mezquitas. El propietario de un restaurante halal le reveló a Bitter Winter que también se ordenó el desmantelamiento forzado de símbolos y frases relacionados con la fe existentes en vehículos y dentro de restaurantes y hoteles.
«Si no son eliminados, la policía incautará los vehículos que vea en la carretera que hayan desobedecido tal orden. En los restaurantes, solo se permite el uso de los caracteres chinos para ‘halal’, y no se pueden exhibir otros símbolos relacionados con la fe”, afirmó el dueño del restaurante.