Las iniciativas chinas tendientes a la sinificación —»hacer que se vuelvan chinas»— de todas las religiones oficiales existentes en el país han ganado impulso en los últimos meses. La evidencia de esta aceleración se encuentra, literalmente, ondeando en el viento.
Como consecuencia de los nuevos mandatos oficiales, las comunidades religiosas de todo el país están instalando nuevas infraestructuras e instituyendo nuevos rituales para demostrar su patriotismo. Situada en el centro de la actual controversia se encuentra la bandera nacional, la cual de repente ocupa un lugar más prominente, tanto en iglesias como en templos, que los símbolos religiosos tradicionales.
Los críticos afirman que los nuevos mandatos imponen severos costos, tanto financieros como espirituales.
Según el representante legal de una Iglesia protestante de las Tres Autonomías aprobada por el Gobierno y emplazada en la ciudad de Dandong, en la provincia nororiental de Liaoning, funcionarios pertenecientes a los Departamentos de Asuntos Religiosos provincial, municipal y distrital les exigieron a todas las Iglesias izar la bandera nacional y cantar el himno nacional en días feriados civiles y religiosos. Si una Iglesia se negara, su predicador sería despedido de su cargo y la iglesia sería clausurada por la fuerza. Cediendo a esta presión, múltiples Iglesias de las Tres Autonomías comenzaron a colocar e izar la bandera nacional a partir del mes de agosto.
Para muchos creyentes, esta exigencia de las autoridades los obliga simbólicamente a colocar al Estado antes de Dios, sin tener en cuenta lo que sus Iglesias puedan enseñar sobre el Estado y la política.
El administrador de un templo budista emplazado en el condado de Dehua, en la provincia sureste de Fujian, afirmó que el templo gastó 6600 yuanes (aproximadamente 960 dólares) para erigir tres mástiles de acuerdo con lo establecido por las regulaciones gubernamentales. Además, cada vez que funcionarios del Departamento de Asuntos Religiosos llevan a cabo inspecciones, el templo debe pagar su combustible (350 yuanes o 50 dólares por vehículo) y los gastos de almuerzo (más de 2000 yuanes o 290 dólares).
Los templos chinos generalmente disponen de escasos recursos financieros. El director financiero del templo de Dehua afirma que tuvo que obtener ayuda financiera de otros templos cercanos para comprar los mástiles y para alimentar a los funcionarios gubernamentales. A pesar de que se siente impotente, admite que: «No hay nada que podamos hacer, debemos obedecer».
Desde al menos el año 2015, el presidente chino Xi Jinping ha impulsado una política de sinificación para que las religiones se adapten a la política y a la cultura chinas y para hacer que sean «compatibles con una sociedad socialista». La política adopta diversas formas, desde la «localización» de arquitectura religiosa hasta la “sinificación” de la doctrina religiosa.
Como parte de la iniciativa de implementación de dicha política, la Sexta Conferencia Conjunta de los Grupos Religiosos del País celebrada el 31 de julio de este año, emitió una declaración conjunta en la que exigía que se adoptaran nueve prácticas específicas, entre las que se incluyen:
- Organizar actividades para estudiar la constitución china, la ley de la bandera y los rituales relacionados con la bandera.
- Organizar ceremonias de izamiento de la bandera en todas las iglesias y templos en el Día Nacional, en el Día del Trabajo, en Año Nuevo, en el Año Nuevo Chino y durante otras festividades y conmemoraciones religiosas importantes.
- Hacer que los funcionarios religiosos designados por el Gobierno inspeccionen la instalación de las banderas y supervisen las ceremonias de izamiento de estas a fin de garantizar que todo sea realizado con la dignidad adecuada.
Actualmente, al menos 13 templos emplazados en la provincia de Fujian, tales como el de Dehua, han instalado mástiles y han instituido rituales de izamiento de la bandera. Varios templos emplazados en la cercana provincia de Jiangxi se han visto obligados a seguir su ejemplo.
Un monje budista perteneciente al templo de Shuangzhou, emplazado en el distrito de Guangfeng de la ciudad de Shangrao, afirma que el Gobierno local exigió que todos los templos de la localidad erigieran un mástil e izaran la bandera china antes del Día Nacional. El templo que no cumpla dicha orden será colocado en una lista negra. Como consecuencia de ello, su templo tuvo que gastar 16 800 yuanes (aproximadamente 2430 dólares) para construir una plataforma en la cual colocar e izar la bandera. El monje también afirma, desde el año 2005, el templo le ha tenido que pagar 2000 yuanes (aproximadamente 290 dólares) por año al Gobierno. Los funcionarios gubernamentales le dijeron que, si dicho pago no es realizado, se ordenará la clausura del templo.
Hasta ahora, al menos 66 templos emplazados en el distrito de Guangfeng han instalado infraestructuras para mástiles y han instituido ceremonias de izamiento de la bandera.
La instalación de infraestructuras para colocar banderas y la instauración de rituales de izamiento de la bandera pueden no ser suficientes para dejar satisfechas a las autoridades estatales, tal y como descubrieron recientemente los fieles del Templo de Chenghuang situado en la provincia central de Hubei.
A principios de agosto, funcionarios del Departamento de Asuntos Religiosos de la ciudad de Shishou llegaron a este templo taoísta para realizar una inspección. Los inspectores determinaron que el mástil no era lo suficientemente alto y ordenaron que se elevara unos cuatro metros más. Los líderes del templo se apresuraron a modificar el mástil a fin de evitar la clausura de este. También tuvieron que instalar una «placa de sistema» (un marco de madera en el que se publican las consignas políticas), gastando un total superior a 1700 yuanes (alrededor de 250 dólares).
El 1 de octubre, funcionarios pertenecientes al Departamento de Asuntos Religiosos regresaron al templo y le ordenaron al líder que convocara a todos los fieles. Toda la comunidad se vio obligada a formar parte de una ceremonia de izamiento de la bandera y a cantar el himno nacional en voz alta, bajo la supervisión de los funcionarios gubernamentales.
Los fieles del templo se sintieron molestos por la exhibición forzada de patriotismo en la que tuvieron que participar. Un creyente se quejó afirmando: «Solo recitamos las sagradas escrituras, adoramos a Buda y cultivamos nuestro carácter moral. No nos involucramos en asuntos mundanos. Los funcionarios gubernamentales nos obligaron a traicionar nuestras conciencias».
Un monje resumió el efecto del accionar gubernamental sobre los creyentes cuando afirmó: “Primero, el Gobierno te hace izar la bandera nacional, quebrando tus defensas psicológicas para que obedezcas el liderazgo del Partido. El segundo paso es comenzar a infiltrarse y a controlarte gradualmente, logrando finalmente su objetivo de eliminar completamente las creencias religiosas. El Partido se mueve gradualmente porque sabe que los creyentes se opondrían a un cambio repentino. No obstante, no nos equivoquemos, el objetivo final es la erradicación de las creencias religiosas».
Información de Lin Yijiang y Piao Junying