China gasta muchos recursos para suprimir la religión e invierte aún más para ocultar dicha supresión: cerrando calles, vigilando redes sociales y acosando a reporteros.
Lo que significa formar parte de la lista negra del régimen chino
Los disidentes, las personas de fe y cualquier persona que el Estado considere «peligrosa» acaban en sus registros y son acosados, incluidos un niño de siete años y un anciano moribundo.