Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
Un viaje fotográfico a través de una región cuya identidad está amenazada por la "sinización".
Volver a casa suele ser una ocasión feliz. Pero para los uigures que trabajan fuera de Sinkiang, cada visita a la región nativa puede finalizar con una detención en un campo de confinamiento.
“Controlar a la juventud de Sinkiang significa controlar el futuro de la región” parece ser el eslogan detrás de la campaña del PCCh para educar a los niños musulmanes en el ambiente de la etnia han.
El PCCh lleva a siete millones de turistas al “salvaje Oeste” de China, donde los lugareños son obligados a bailar, cantar y fingir que son felices para beneficio de los visitantes chinos de la etnia han.
El expresidente de la Universidad de Sinkiang, Tashpolat Tiyip, se enfrenta a la pena de ejecución, mientras las autoridades chinas intensifican la cruzada para «estudiar, purgar y resistir» contra la disidencia.
Si la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprueba la “Ley sobre Política a favor de los Derechos Humanos de los Uigures”, será la primera legislación de ese tipo en el mundo que condene a China por sus crímenes.
Relatos de cuatro maestros que presencian diariamente la destrucción de la cultura y el idioma uigur llevada a cabo por el PCCh, torturando psicológicamente a los jóvenes uigures en el proceso.
Una carta de la Comisión Ejecutiva del Congreso de EE. UU. sobre China dirigida al Banco Mundial plantea el asunto y expresa preocupación. La revista Foreign Policy dice que no es la primera vez que ocurre esto.
En medio de la condena internacional, China está falsificando información sobre la real situación imperante en los campamentos de reeducación y difunde mentiras a través de propaganda.
Los Emiratos Árabes Unidos son el primer país en admitir que se avergüenza de haber firmado la infame carta que apoya la persecución de China hacia los uigures.
Pekín ha publicado un documento que afirma que los campamentos de transformación por medio de educación en Sinkiang son, simplemente, hermosas escuelas. Este manojo de mentiras no debería engañar a nadie.
Familiares de los cristianos de la Iglesia de Dios Todopoderoso que fueron enviados a campos de internamiento son vigilados por el Estado y forzados a pasar por una «conversión política».
Un libro conmovedor y oportuno. Las memorias desgarradoras de una joven musulmana tártara estudiante de medicina describen cómo es la terrible vida bajo la Revolución Cultural en Sinkiang. Ella dice que lo que está ocurriendo en la actualidad es todavía peor.
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