El Sr. Marco Respinti, Director a cargo de Bitter Winter, presentó una versión ligeramente reducida del siguiente texto durante el seminario titulado Libertad religiosa en China, organizado en el Parlamento Europeo en Bruselas por el Sr. Bastiaan Belder, representante holandés del Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), el Sr. Cristian Dan Preda, representante rumano del Partido Popular Europeo (EPP) y el Sr. Josef Weidenholzer representante austriaco de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D).
Marco Respinti
Distinguidos anfitriones, miembros del Parlamento Europeo, señor embajador, oradores, señoras y señores, es un honor y un placer estar hoy aquí por un tema tan importante.
Bitter Winter fue lanzada en mayo de 2018 como una crónica en línea sobre libertad religiosa y derechos humanos en China. Es publicada diariamente en ocho idiomas (inglés, chino, italiano, francés, alemán, español, coreano y japonés) por el CESNUR, Centro de Estudios sobre Nuevas Religiones, con sede en Turín, Italia. De hecho, el editor en jefe, fundador y director general de CESNUR, es Massimo Introvigne, uno de los más reconocidos expertos en religión a nivel mundial.
Este humilde servidor se desempeña como director a cargo de esta desde su fundación.
Bitter Winter surgió de una combinación sumamente original de académicos, periodistas y activistas de derechos humanos procedentes de diferentes países, los cuales trabajan juntos para darles voz a los que no tienen voz al publicar noticias, documentos y testimonios sobre persecuciones contra todas las religiones en China.
La característica exclusiva de Bitter Winter es su red compuesta por varios cientos de corresponsales situados en todas las provincias chinas. Poniendo su seguridad en alto riesgo, los mismos informan continuamente sobre lo que sucede en China y cómo las religiones son tratadas o maltratadas allí. De manera frecuente, también suministran fotografías y videos exclusivos.
De esta manera, hemos podido probar y documentar la represión, los ataques y la violencia, desde torturas hasta asesinatos, así como también las noticias falsas sobre grupos religiosos e individuos difundidas como propaganda por el Partido Comunista Chino (PCCh). Una de nuestras primicias fue la publicación de un video grabado desde el interior de uno de los impenetrables e infames campamentos de «transformación por medio de educación» emplazado en Sinkiang, donde al menos 1,5 millones de personas se encuentran detenidas, dos tercios de las cuales son uigures encarcelados solo por ser creyentes (musulmanes) y miembros de una minoría étnica.
Al parecer, nuestros reporteros hacen un excelente trabajo al exponer la horrorosa verdad sobre la persecución religiosa llevada a cabo en China, y Bitter Winter es un medio de comunicación sumamente serio. ¿Quién dice esto? El propio Partido Comunista Chino quien gobierna China con un cetro de hierro y sin hacer concesiones, haciendo añicos a la oposición y pisoteando los derechos humanos. De hecho, entre agosto y diciembre de 2018, el régimen comunista chino arrestó a 45 de nuestros reporteros por filmar incidentes, o recopilar noticias sobre la persecución llevada a cabo por el PCCh contra la libertad religiosa y la violación de derechos humanos. Por lo general, los mismos han sido detenidos e interrogados bajo el cargo de «divulgar secretos de estado» o «involucrarse en la infiltración de fuerzas extranjeras». Algunos reporteros han sido enviados a «centros de educación legal» para ser sometidos a adoctrinamiento obligatorio, mientras que otros han sido torturados y maltratados. El periodista que valientemente filmó un campamento de «transformación por medio de educación» en Sinkiang se encontraba entre los arrestados. Afortunadamente, algunos de ellos han sido liberados, pero continúan siendo vigilados de manera estricta, hecho que paraliza las tareas que llevaban a cabo para Bitter Winter. Otros, en cambio, permanecen detenidos y no sabemos nada de su destino.
Al trabajar diariamente para Bitter Winter, tres cuestiones principales aparecen como las más escalofriantes.
En primer lugar, la sinización. Esta es una palabra y un concepto antiguo que data al menos del siglo XVII, el cual es utilizado para indicar la integración de las minorías a la cultura y al idioma chinos. No obstante, el PCCh le da a la palabra «sinización» un significado diferente. No es suficiente que las organizaciones que operan en China, incluidas las religiones y las Iglesias, tengan líderes chinos. Para ser aceptados como «sinificados», deben contar con líderes seleccionados por el PCCh y operar dentro de un marco de estrategias y objetivos indicados por el PCCh. Bajo el pretexto de armonizar la religión con las costumbres chinas, de hecho, la «sinización» intenta distorsionar todas las creencias para que estas se adapten a la ideología comunista.
En segundo lugar, xie jiao. A menudo traducida incorrectamente como «cultos malignos», la expresión xie jiao (la cual ha sido utilizada desde la era Ming tardía) significa «enseñanzas heterodoxas», e indica a los movimientos religiosos incluidos en la lista de xie jiao, que el Gobierno considera hostiles al PCCh, peligrosos, y no «realmente» religiosos. Los xie jiao están prohibidos y son severamente perseguidos. Ser miembro de un grupo catalogado como xie jiao priva al creyente de todos los derechos humanos, deshumanizándolo. Debido a ello, los mismos pueden ser acosados y torturados con toda la crueldad posible. Ya no son considerados seres humanos.
Pero el punto es que no existe una definición clara y aceptada de xie jiao y, por lo tanto, básicamente, un xie jiao es cualquier grupo que el Gobierno enliste como xie jiao. Paradójicamente, un Gobierno que se dice ser ateo decide qué sí es una religión y qué no lo es.
En tercer y último lugar por hoy, se encuentra la guerra contra la idea misma de Dios. La China Comunista siempre ha juzgado la religión como antinatural y, por lo tanto, tarde o temprano la ha condenado a la extinción. Mientras espera este destino, el PCCh ha contribuido a lograr la extinción de la religión con diversos grados de dureza según los tiempos, los líderes y los contextos nacionales e internacionales. La «Nueva Era» de Xi Jinping favorece una rápida aceleración al atacar de manera directa a todos los credos, tanto los prohibidos o algo tolerados como a los aprobados y controlados por el estado. Esto solo significa una cosa: el PCCh considera a Dios como su propio enemigo. ¿Por qué? Porque Dios es un rival directo del PCCh. Los creyentes están siendo cada vez más obligados a eliminar y destruir imágenes religiosas para sustituirlas por los retratos de Mao Zedong y de Xi Jinping. Los mismos son dioses celosos. El régimen comunista en Albania, uno de los peores de la historia, se declaró como el primer estado ateo del mundo en el año 1967, y libró una guerra explícita contra la idea misma de Dios en su Constitución de 1976. En la actualidad, el PCCh lo está haciendo de nuevo, a pesar de que la Constitución China otorga, nominalmente, libertad religiosa. Dios debe ser extinguido. Mientras tanto, el Gobierno chino está haciendo que los creyentes se extingan.
Por todas estas razones, el mundo tiene que exigirle a China que se haga cargo plenamente de sus responsabilidades frente a la historia y la posteridad, y creo que debería imponérsele a Pekín algún tipo de «tarifa ética». Aquí, en el Parlamento Europeo en Bruselas, insto a la Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y Vicepresidenta de la Comisión Europea, Sra. Federica Mogherini, y a los miembros del Parlamento Europeo a sacar el mayor provecho de sus reuniones con las autoridades chinas, así como también de los mecanismos de derechos humanos de las Naciones Unidas, para transmitir sus preocupaciones al Gobierno chino, e instarlo a cumplir con las normas internacionales relacionadas con la libertad de religión o de creencias.